La ley
de Marga
En estos 25 años de práctica profesional en el
ámbito de la psicología clínica, he tenido ocasión de atender a muchas mujeres
que han acudido a consulta. Cuando a mediados de los años noventa, una mujer
tenía cita en salud mental con múltiples síntomas psicosomáticos y ansiedad
generalizada como diagnóstico principal, sabíamos que era un caso habitual del
psicólogo. Entonces no existía la Ley de
protección integral a víctimas de violencia de género. Ni siquiera se hablaba
de violencia de género, como mucho se incluía como circunstancias añadidas el
maltrato o “dificultades en la relación marital”.
Volviendo la vista atrás me doy cuenta que aquellas
mujeres que reiteradamente acudían a consulta con síntomas similares, remitidas
desde psiquiatría y sin mejoría en el tiempo, eran lo que hoy consideraríamos
víctimas de violencia de género.
Puedo hablar de Margarita, una mujer menuda de
mediana edad que relataba sus dificultades con su familia y en el que el tema
principal era “que nadie la valoraba”.
Esta queja inespecífica la
ejemplificaba en diversas situaciones domésticas de su quehacer
cotidiano –era ama de casa exclusivamente- . “Si hago la comida, nadie lo
reconoce. Cuando todo va bien, perfecto, pero si Marga está mal todo es culpa
mía”, alegaba la paciente. Jamás hablaba
de malos tratos, o de la violencia que sobre ella ejercía su marido. Todo
parecía recaer en ella y en sus extrañas manías. Un día que acudió su marido a consulta, me di
cuenta de la violencia verbal que la mujer recibía y la coacción sobre Margarita.
En un intento por mi parte de limitar su agresividad
verbal y poner coto a su actitud, se
marchó de la consulta echando pestes. En la siguiente sesión apareció Marga con
un moratón en el brazo y en la cara, y me dijo que “el cafre de su pareja” le había
comentado “este para ti, y este para la psicóloga”. Con sendos golpes nos había victimizado a las
dos; a mí moralmente más de lo que él pudiera imaginar.
Con este caso y otros muchos más que en aquella
época ocurrieron, quiero explicar que la desgracia del maltrato a la mujer por
parte de su pareja es tan antiguo como el mundo, pero en España empezamos a
ponerle nombre y a tomar medidas a partir de 2004; año en el que apareció la
Ley de protección integral sobre violencia de género.
No quiero decir ni mucho menos que esta norma haya
sido una panacea, ni siquiera que haya hecho disminuir la incidencia de casos,
pero reconozco que ha habido un antes y un después. La sociedad se ha
concienciado; las víctimas pueden reclamar y el maltratador puede ser señalado
como tal y, muy lentamente, la víctima puede dejar de sentir que está sola.
Personalmente, con esta ley y su clarificación del
concepto de violencia de género, he
iniciado mi particular cruzada. A través de los aspectos psicológicos y
criminológicos de la violencia hacia la mujer, he podido hacer llegar a
distintos colectivos el conocimiento de esta triste realidad que he conocido
desde distintos ámbitos. He hablado de las diversas teorías que explican el
fenómeno; de las características de la víctima, de las tipologías del
maltratador, de qué es el maltrato…
El apoyo a la víctima ha sido prioritario, bien
atendiendo casos concretos tan terribles como el relatado, bien formando colectivos y mujeres o
concienciando a mi entorno profesional de la crudeza del maltrato.
No quiero ponerme mérito ninguno, porque me siento
impotente ante este hecho como el caso
de Marga. A mí también me golpea cuando una mujer sufre malos tratos y
no puede ni sabe cómo recibir ayuda, y sigo abogando por paliar la soledad y el
miedo de las personas que sufren la violencia del maltratador.
Queda mucho por hacer por parte de colectivos-
profesionales de la seguridad y sanitarios, gobernantes, medios de comunicación
y población en general -implicados en el tema, que siguen manifestando su falta
de sensibilidad al no emplear el esfuerzo suficiente en
ayudar a las víctimas.
Fuente :aportación personal al Libro de Chesca Llorens "Una Isla silenciosa" editorial Walking away Library Pictografía (2013) Colección www.nobelbook.com
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